La dieta mediterránea es un modelo de alimentación, tradición y cultura.
El impacto de sus beneficios en nuestro organismo, longevidad y prevención de enfermedades, avalado por un gran número de evidencias científicas, la convierten en un estilo de vida saludable, asequible y sostenible.
La dieta mediterránea para cuidar de tu salud
Sí, sabemos que este «topicazo» lo habrás escuchado hasta la saciedad, pero ¿sabes realmente en qué consiste esta «dieta»?
Para empezar, tenemos una mala (muy mala) relación con la palabra dieta, y no es para menos, la RAE la define en primer lugar como «Régimen que se manda observar a los enfermos o convalecientes en el comer y beber, y, por ext., esta comida y bebida». Esto, además de otros motivos como su asociación a un estado de restricción, obligación, insatisfacción o frustración, convierten la «dieta» en el peor de nuestros enemigos.
¿Por qué te contamos esto?
En primer lugar, relacionamos una dieta saludable al consumo casi exclusivo de verduras, hortalizas y frutas, y es verdad, debe ser la proporción mayoritaria en tu alimentación, pero no de manera exclusiva. Necesitas una amplia diversidad de nutrientes para que tu organismo tenga energía: legumbres, semillas, cereales, lácteos o nuestro querido aceite de oliva Virgen Extra.
En segundo lugar, las proteínas pasan a un nivel superior y son las nuevas protagonistas de nuestros platos. Por supuesto, son nutrientes muy importantes. La carne, el pescado, e incluso, el marisco, tienen mucho que ofrecer, pero su proporción debe ser mucho menor de la que estamos acostumbrados para que no sea una fuente de grasas saturadas.
Por último, el cocinado. Al vapor, al horno, no fritos, etc. Sí, todo muy cardiosaludable, siempre y cuando no se convierta en una obsesión. Probar nuevas técnicas de cocinado es degustar los platos de una manera diferente y sabrosa, lo cual no quiere decir que no pidas unos buenos boquerones o chocos fritos cuando salgas a tapear. Hay que cuidar el cuerpo, pero también la mente.
Mira la pirámide de alimentación NAOS de la Fundación del Corazón.
Desayunos Polvillo: la mejor manera de empezar el día
Si nos vamos a nuestro terreno, que son los cereales, las semillas y la panadería, sí podemos asegurarte que somos una gran fuente de energía para empezar el día.
El pan, entre otros cereales, es un hidrato de carbono, es decir, glúcidos, la base de la alimentación de nuestras células y, sin ellos, tendríamos un nivel de actividad «zombie». ¿Te imaginas cómo están después de siete u ocho horas de ayuno? Nosotros tenemos dentro al «Rey León».
Por eso, cada día nos unimos al equipo de las tostadas mañaneras de Viena Rústica y Pichi con un chorrito de aceite de oliva Virgen Extra y unas lonchitas de tomate fresco, queso de oveja o jamón cocido. ¡En la variedad está el truco!
Además, todo nuestro amplio catálogo es vegano, sin proteínas de la leche y sin lactosa. Valores que suman a la materia prima que utilizamos para su elaboración, la misma desde hace 80 años.
¿Y el pan integral? ¿Por qué lo recomiendan siempre que quiero cambiar de hábitos?
Por su alto contenido en fibra insoluble. Vale, vale, no nos vamos de listos. Te contamos.
La fibra es una parte fundamental para tener una alimentación equilibrada en la dieta mediterránea. Sus beneficios previenen las enfermedades cardiovasculares y ayudan a controlar las dislipidemias, la diabetes o la resistencia a la insulina. ¿Por qué?
- Es resistente a la digestión y absorción en el intestino delgado, por lo que aumenta la masa fecal y previene el estreñimiento.
- El consumo de 25 – 30 g / día mantiene un mejor control de los índices glucémico e insulínico.
- Se ha demostrado que el salvado de trigo disminuye las cifras de colesterol tras su consumo.
Conoce todos los beneficios de nuestro pan integral aquí.
Seguro que te hemos convencido para unirte a los desayunos Polvillo y a una alimentación tan variada y deliciosa como la que ofrece nuestra tierra: la dieta mediterránea.